Erasmo Meza Rivera, hijo predilecto de Tantoyuca, murió a los 90 años. Fue héroe de la II Guerra Mundial, enlistado en el Escuadrón 201, quien participó en las batallas de Pearl Harbour y Filipinas bajo las órdenes del coronel mexicano Antonio Cárdenas, a quien le decían “El Charro Cárdenas”. Esta breve entrevista que realizó la periodista Ma. Elena Fisher fue publicada en el número 5 de la revista Resumen de Veracruz en el mes de marzo de 1978,en la página 19, siendo diputado por el distrito de Pánuco. Fue dos veces alcalde de su tierra natal y dos veces legislador. Aseguraba que lo que más le gustaba era la política. Fue dirigente ganadero y promotor del progreso de su pueblo. Respetado y querido por su sencillez, honestidad y rectitud en los manejos de los dineros públicos. Siempre se dedicó, con su familia, a producir en su rancho, que lleva el nombre del escuadrón al que perteneció, ubicado en el camino que conduce de San Sebastián a Chicontepec.
Cabría preguntarse: ¿por qué las autoridades estatales ni siquiera un sobrio homenaje le brindaron a este modesto personaje? ¿Está tan ocupado el cuadro de actores que nos gobiernan en los JCC que se olvidaron del héroe que llevó la representación veracruzana a tierras desconocidas, aunque haya sido en una guerra?
PERFIL DE UN VERACRUZANO
Ma. Elena Fisher

“Corría el año de 1943. El mundo entero sufría las consecuencias de la II Guerra Mundial (carestía de víveres, especulación con los productos de primera necesidad y mercado negro; las informaciones sobre lo que ocurría en los frentes de batalla, deformadas y a destiempo, generaban tensión e incertidumbre, acrecentada con el paso de los días y la lejanía geográfica en donde se delimitaban y repartían territorios al operar la ley del más fuerte).
“En la escuela militar de aviación en el Distrito Federal, 15 jóvenes eran becados para recibir un curso intensivo en San Antonio, Texas. Don Erasmo Meza Rivera (diputado por Pánuco), aunque todavía no tenía el ‘don’, era uno de aquellos seleccionados cuyas edades fluctuaban entre los 20 y 22 años.
“Ilusionados, iniciaron la aventura de atravesar la frontera que en esos años constituía toda una hazaña; los medios de transporte, alargaron la distancia. Jamás pensaron que esto sería el inicio de casi cuatro años de experiencias inolvidables.
“La guerra continuaba. Algunos barcos petroleros fueron bombardeados, dijeron que equivocadamente, por los países del eje, y México decretó estado de guerra.
“Así, apoyándose el país en la Ley de Préstamos y Arrendamientos, obtuvo equipo y material para los elementos que ya estaban integrados en un escuadrón de aproximadamente 230 –relata don Erasmo– que también recibieron, durante ocho meses en Estados Unidos, el perfeccionamiento adecuado en diferentes bases aéreas para poder ir al frente de batalla.
“Alemania, Italia y Japón, los países del eje, eran enemigos de la patria y había que defenderla.
“Surgió el Escuadrón 201, que sirvió como camuflaje, como clave. Fue comisionado en las operaciones del Pacífico al mando del general McArtur y regido por el coronel mexicano Antonio Cárdenas Rodríguez, apodado, con cariño, ‘El charro Cárdenas’. Desembarcamos en Manila.
“Con anterioridad el ejército norteamericano había arribado a Filipinas, que estaba ocupada por los japoneses. Ahí participó el Escuadrón 201 para liberarla.
“Con sencillez, sin alardes, de respuesta inmediata, como si fuera reciente su actuación en el frente de batalla, don Erasmo explicaba y repetía sin molestia los tecnicismos propios de esas actividades.
“Dijo que las misiones de la Fuerza Aérea son diferentes a las de la Infantería o la Marina y aclaró no haber estado en la mira de ningún arma…
“En junio del 44 sí participó directamente en la guerra, donde el mando americano indicaba las operaciones que a los integrantes del Escuadrón les resultaron misiones fáciles.
“Le pregunté acerca de lo que vio, sintió, pensó, y con sencillez y serenidad el diputado local por Pánuco y profesor rural, contestó: ‘Siempre es tensa la situación, ¡imagínese!: campo desconocido, familia ausente… yo era joven, inquieto… jamás me he arrepentido de lo que hago, no; sobre todo que lo van a uno preparando en lo militar para cumplir órdenes de ese tipo… fueron diversos los estados de ánimo como consecuencia de las circunstancias por las que atravesamos. Momentos que se viven y tiene uno que aceptarlos… son tantos los recuerdos. Todo lo vi normal, pues así tenía que suceder… recuerdo a todos mis compañeros, algunos ya murieron. Conviviendo años en el mismo frente se inculca el espíritu de cuerpo…’. Siguió diciendo: ‘Era –se refiere a su persona– del escalón de mantenimiento; encargado de que estuvieran en condiciones de vuelo las máquinas en el momento que las requería el Comando Aéreo o el Cuartel General. Había máquinas P-47, Michel B-5 y AT-11. Cuando llegamos a Filipinas vi cuerpos humanos despedazados; láminas retorcidas; nos causó horror, pero ya íbamos preparados porque precisamente para eso es el entrenamiento’.
“Era necesaria una disculpa por inducirlo a recordar y volver a vivir aquellos tiempos de angustia. Don Erasmo atajó diciendo que su vida ha sido polifacética, ya que desde niño quedó huérfano, a los 1 años y desde esa edad hubo de afrontar problemas y que no le motiva recordar su participación en el campo de batalla.
“La bomba atómica lanzada en las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki por pilotos americanos comisionados secretamente, ya que el grueso de los combatientes no tuvo conocimiento de la operación que se efectuaría, dio fin al conflicto bélico.
“¿Existieron sentimientos humanitarios hacia los vencidos?
“’Sólo se ven como números; como enemigos. Es una lucha entre la vida y la muerte.
“Era el 23 de octubre cuando regresaron a América en el barco Sea Marlin, desembarcando en San Pedro, California. Se contaron 16 bajas en el Escuadrón mexicano.
“La capital de Veracruz y su tierra natal, Tantoyuca, le dieron recibimiento de héroe”.

*Director de la revista Resumen
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