23 de Abril de 2024
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DESPEÑADERO
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2014-11-24 - 09:52
El tobogán de la desgracia ensombrece a México.
No hubo que esperar mucho, un tercio del sexenio, para comprobar que vivimos en un estado fallido.
La pareja presidencial quedó rebasada. La percepción ciudadana es de total reprobación a su conducta pública y también a la privada. El regreso del PRI comprueba que se dio el cambio para seguir igual.
La gestión de Enrique Peña Nieto nos regresa al salinato y toda esa descomposición que se da a partir de la salida de Fernando Gutiérrez Barrios, que es cuando se pierde el equilibrio de la república tras la aparición del EZLN y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio, el cardenal Posadas Ocampo, los disparos a quemarropa en contra del dirigente priista José Francisco Ruiz Massieu.
La fracasada gestión Peña Nieto nos obliga a la retrospección para regresar a la memoria que en los últimos 50 años de historia priista sólo desgracias hemos heredado.
Gustavo Díaz Ordaz, en el cuarto año de su mandato y con la fijación de la entronización del comunismo, masacra a cientos de estudiantes ese inolvidable 2 de octubre de 1968. Lo que le seguiría a este presidente sería el suicidio de su esposa Guadalupe y uno de sus hijos y para él la soledad y la muerte.
Luis Echeverría también masacró el 10 de junio de 1971, permitiendo además el peor saqueo a las arcas públicas. El de la Casa de las Palomas aún vive, allá en San Jerónimo, en la más absoluta de las soledades, en su infierno.
No mejor le iría a quien juró defender el peso como un perro, José López Portillo, a quien le ganó la frivolidad, su censurado nepotismo y la más brutal devaluación de la historia de México. Golpeado por su última esposa, la vicetiple Sasha Montenegro y abandonado por su familia, se fue al basurero de la historia.
A Miguel de la Madrid le ganó la insensibilidad y las pilas de cadáveres tras el sismo de 1985. Lo peor, sin embargo, fue haber nombrado a Carlos Salinas como sucesor.
Con Salinas y su familia fue la locura.
Acaso Ernesto Zedillo no tuvo más remedio, tras el magnicidio de Colosio, que entregar a la oposición de derecha, a la reacción vil, las instituciones de gobierno. Su yerro lo exilia de por vida.
Fox, la torpeza y con él su esposa, la inolvidable Marta, y con Felipe Calderón la herencia de 90 a 130 mil mexicanos muertos en esa loca y desordenada batalla contra el crimen organizado.
Hoy Enrique Peña Nieto deberá levantarse de la lona para hablar con verdad, ya que los 43 de Ayotzinapa lo tienen al borde de las cenizas.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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