La desaparición de 43 estudiantes en el estado de Guerrero, particularmente en Iguala, en la comunidad de Ayotzinapa, resulta indignante y aberrante. México vive una etapa difícil, producto del descontento generalizado que existe por parte de la sociedad a raíz de la desaparición y supuesta ejecución de los 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de aquella entidad federativa. Derivado de estos acontecimientos, han surgido movimientos sociales, principalmente entre jóvenes al interior de sus casas de estudio, con la finalidad de unirse a la protesta en la cual se pide la aparición con vida de los normalistas.

A lo largo y ancho del territorio nacional, las protestas han sido diversas, todas aparentemente en el mismo sentido, por lo que estados como Chihuahua, Michoacán, Oaxaca, Chiapas y Veracruz, han visto desfilar a miles de manifestantes clamando justicia por los actos sucedidos en Guerrero. Desafortunadamente, lo que comenzó como una protesta pacífica y bien intencionada por parte de ciudadanos honorables y responsables, ha sido desvirtuada, derivado de los intereses de algunos grupos que buscan en la desestabilización social su modus operandi para recurrir a la violencia, delincuencia y muchas veces al vandalismo sin ningún sentido social.

Y es que las manifestaciones deben ser respetadas por todos, sociedad y gobierno, ya que es un derecho consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, plasmado en el artículo sexto que a la letra dice: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito que perturbe el orden público”…

El gobierno, sin importar del orden que éste sea, municipal, estatal o federal, está obligado a ver por el bien de sus pobladores. Creo que resultaría importante que las tres instancias gubernamentales en coordinación busquen realizar mesas de trabajo y diálogo a fin de llevar a buen puerto las consignas de los manifestantes, muchos de éstos jóvenes que, como lo declaró el diputado local por Xalapa, Ricardo Ahued Bardahuil, por los hechos acontecidos en las manifestaciones, como los ocurridos el día sábado 15 en las instalaciones del Partido Revolucionario Institucional, sólo reflejan a una juventud descuidada por los gobiernos, por ello los estudiantes se sienten lastimados por acontecimientos lamentables que suceden en nuestro país, como en el caso del estado de Guerrero.

Es impostergable la aclaración sobre los hechos ocurridos en el municipio que gobernaba el perredista José Luis Abarca, pero también lo es, que las manifestaciones lleven a una solución adecuada para todos.

La protesta sin propuesta es estéril, carece de sustento y muchas veces sólo lastima las causas justas de quienes luchan por un objetivo o ideal bien fundamentado.

Resultan igualmente lamentables los hechos de violencia y vandalismo que reflejan, sí, el descontento social, pero también los intereses de grupos que han visto en los lamentables acontecimientos que vive nuestro país, la situación idónea para desestabilizar el orden público.

No se puede aplazar la solución a los conflictos que se viven, pero deberá prevalecer el diálogo respetuoso de ambas partes si se quiere llegar sin simulaciones a una solución que ayude a comenzar a hacer mejor las cosas.

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