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MOSAICO DE PERCEPCIONES
Jorge Francisco Cabral Bravo
2014-11-05 - 09:48
En política, si quieres que se diga algo, pídeselo a un hombre; si quieres que se haga algo, pídeselo a una mujer. (Margaret Thatcher)

Las dotes oratorias de José López Portillo fueron siempre muy superiores a las que tuvo como gobernante. Una de sus muchas frases memorables, en medio de una economía que se colapsaba, fue "soy responsable del timón, pero no de la tormenta". Lo retrató de cuerpo entero: Un timonel con la vista fija en el puerto del elevado crecimiento económico. Era en realidad el capitán que debió reducir la velocidad del barco, recortar velas y tener listo el lastre para movimientos bruscos de la nave. En lugar de eso mantuvo calderas y velas al máximo posible, alimentadas con deuda, déficit e inflación.
Así, a toda velocidad, estrelló la economía nacional contra las rocas.
Hoy hay barruntos de tormenta. La economía global enfrentará pronto el fin de la compra de activos de la Reserva Federal, y además de la venta paulatina de lo acumulado. Imposible saber, por otra parte, cómo evolucionará el precio del petróleo, pero las señales no son optimistas. Serán inversiones de largo plazo, por supuesto en el precio esperado a 79 dólares, tres menos que la propuesta original, pero el precio actual no es precisamente un aliciente.
Por otra parte, el rechazo de la Suprema Corte a las pretensiones del PRD y de Morena de realizar una consulta popular en torno a la reforma energética, pudo tener un sólido sustento legal y dará más certidumbre a la apertura del sector. Sin embargo, proporciona leña que perredistas y morenistas (sobre todo los segundos) están listos para agregar a un muy caldeado ambiente social. Lo que por supuesto se liga con Ayotzinapa.
Sus consecuencias económicas (aparte del aterrador aspecto humano) son otra interrogante que representa una nube más en el horizonte. La fachada de un país que estaba superando, poco a poco, los problemas de inseguridad, quedó destrozada. Lo indudable es que Ayotzinapa no tiene nada de positivo y sí mucho de negativo.
Un buen capitán debe tener listo el barco ante todos los escenarios, particularmente los más extremos. ¿Lo es y lo está?
Esta administración tiene que reconocer que la inseguridad no disminuye cuando los medios dejan de reportarla, ni las finanzas del estado mejoran porque se reclasifique el gasto público. Si hay menos crecimiento y se opta por suplir la falta de ingresos fiscales con endeudamiento gubernamental, estaremos garantizando una crisis sexenal como las de antes.
Si no se hace un esfuerzo sin precedentes por eficientar y racionalizar el gasto público, no habrá con qué construir la infraestructura necesaria para alcanzar la competitividad indispensable.
Es imprescindible incluir a la comunidad en la reforma del estado para que ésta prospere. Hay muchos malos y delincuentes en México, pero hay muchos más mexicanos ávidos de oportunidades, dispuestos a construir un futuro prometedor para sus hijos. Éste no es un momento para demagogia, sino para acciones concretas. La sociedad tiene que pasar del asiento del observador al protagonismo del actor.
El liderazgo se demuestra en las crisis.
Aprovechemos ésta para demostrar que las reformas estructurales eran sólo el primer paso para construir el México que todos sabemos posible.
El problema de tener el reflector puesto encima es que éste hace que se note y celebre cada éxito, pero también que se condene el más mínimo fracaso. La administración de EPN recibió el amargo recordatorio de que nadie se acordó de ponerle cimientos al templete. La crisis de Iguala nos recuerda todo aquello que quisimos ignorar: la profunda debilidad institucional de México, la paupérrima impartición de justicia, la escandalosa impunidad, la perturbadora falta de un aparato policial suficiente y eficiente, y la presunta colusión de algunos niveles de gobierno con el crimen organizado.
El encuentro entre el presidente Enrique Peña Nieto y los familiares de las víctimas de los hechos violentos en Iguala, debe valorarse como un hecho inédito en el que cambiaron las formas tradicionales de la relación entre gobernante y gobernados. No fue un encuentro para la foto, de eso ni duda cabe.
Lo que presenciamos fue la construcción de un espacio de encuentro en el que se dijeron las cosas por su nombre, sin simulaciones.
Pero lo más rescatable es que hubo acuerdos sin intermediarios. A nadie beneficia que la situación se prolongue más tiempo.
Empecemos ahora, envíenos una señal al mundo de que sí podemos tener un auténtico aparato de justicia que lucha, combate, persigue y castiga la impunidad y la corrupción.
Cambiando de tema, es natural que uno piense que el resto del mundo deba ver las cosas como uno las ve.
Sin embargo, ésa es una tendencia de las que pocas veces estamos conscientes. En el peor de los casos, hay quienes creen que la forma en que ven las cosas es la única real y que todas las otras son falsas o están distorsionadas. Refiero lo anterior a propósito de las diferencias de opinión que existen respecto a una característica de la actual administración, que ha sido la preocupación por garantizar la seguridad de todos los veracruzanos en sus bienes y personas: que los índices delictivos van a la baja gracias a la política de Javier Duarte de Ochoa, quien ha sido claro al marcar el rumbo de las acciones que en la materia se desarrollan en la entidad.
Una muy buena noticia fue, sin duda, la implementación de la Fuerza Civil Veracruz, con la cual los ciudadanos contarán con más policías confiables, dignificados con mejores salarios y oportunidades de crecimiento, con capacitación en el nuevo esquema de justicia penal y equipados con lo último en tecnología.
La Fuerza Civil tiene la visión de ser una institución de seguridad de alto honor y prestigio, fundamentada en logros sustantivos que se reflejen en un Veracruz seguro y en paz.
Con 2 mil elementos que conforman la primera generación, esta agrupación es considerada la segunda corporación de seguridad mejor equipada del país.
Fuerza Civil es el mejor legado de Javier Duarte hacia Veracruz, ratificó Karime Macías Tubilla.


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