25 de Abril de 2024
INICIO
Política Columnas Municipios País Orbe Educativas Cultural Sociedad Negocios Farándula Deportes Sucesos
-
LA DICTADURA PERFECTA
José Luis Palacios Blanco
2014-10-27 - 11:26
Como una generación completa de mexicanos, nací y crecí con regímenes priistas y como muchos jóvenes, luché como pude contra ese sistema corrupto que transformó los mejores ideales de la Revolución en estructuras corporativistas dominadas por la transa y que calló por décadas las voces de los disidentes.
Ya de izquierda, ya de derecha, la oposición en México intentó como pudo hacer contrapesos a lo que Paz llamó el “ogro filantrópico” que tuvo décadas de crecimiento económico pero que ya para los 70 generaba crisis, resultado de sus esquemas dictatoriales y de saqueo de los recursos públicos.
La actual generación de jóvenes creció ya en gobiernos panistas (Fox y Calderón) y tienen lejana la historia priista, a lo que el Nobel peruano Mario Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta”, frase que él usó para describir al gobierno del Partido Revolucionario Institucional, es decir, esta generación no vivió ese sistema que ni siquiera los panistas se atrevieron a desmantelar, pues coexistieron con él, incluso logrando reproducirlo.
Hoy “la dictadura perfecta” no es sólo el PRI, sino toda la “partidocracia”, el sistema de partidos que usando las prerrogativas electorales, viola la ley electoral y compra voluntades de los medios de comunicación coludido incluso con el narcotráfico.
“La dictadura perfecta” es una producción mexicana del género comedia y sátira política, dirigida y producida muy bien por Luis Estrada. Es una buena trama protagonizada por el talentoso Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Alfonso Herrera, Dagoberto Gama, María Rojo y Salvador Sánchez. La narrativa plantea el hecho de que un presidente puede ser creado por la televisión comercial y parte de un error cometido por el presidente de la república. En una visita con el embajador de los Estados Unidos, una televisora intenta desviar la atención del público de este error, dando a conocer un video que involucra crímenes del gobernador Carmelo Vargas, quien busca llegar a la presidencia de México.
Para intentar que su imagen no se vea perjudicada por estos escándalos, el gobernador decide negociar (como se hace a diario en México) con la televisora para limpiar su imagen y ser convertido en una estrella política. Así se reproduce en la pantalla esta historia que ahora queda a la medida para políticos de todos los partidos.
En días en que nos duelen Tlayacapan y Ayotzinapa y en que nuestros jóvenes conscientes salen valientes a las calles a pedir justicia, “la dictadura perfecta” nos hace hervir la sangre cuando vemos allí reflejado en la pantalla este sistema político decadente y nos incita a construir más ciudadanía para hacerle contrapeso.
“La dictadura perfecta” es sólo la transcripción de la realidad cotidiana, donde los políticos se reproducen para perpetuarse brincando de un puesto a otro; donde usan los recursos públicos para castigar a sus contrincantes; donde usan la fuerza pública para silenciar a los militantes; donde hacen trácalas con contratos en empresas que no existen; donde crean redes de familiares y compadres aliados por lealtades, y donde excluyen cualquier voz por diferencias que tengan con el sistema.
La “dictadura perfecta” retrata exacta a nuestra “partidocracia” beneficiada por buenos sueldos y prestaciones para los funcionarios públicos; a líderes de la política que ascienden a cualquier precio; a partidos políticos que construyen una reforma electoral a modo para perpetuarse; a caciques locales que entran en contubernio con los peores intereses para hacer fuerza y ley; a sistemas de impartición de justicia que silencian al pobre y hacen ganar al rico; a medios de comunicación comprados y chaqueteros; a redes que buscan eliminar lo diferente; a nuestros mismos jóvenes inquietos y combativos y muchas veces comprados; a nuestro mismo pueblo tan quieto y dejado; a nuestra historia tan llena de despojos y contubernios.
“La dictadura perfecta” refleja este anhelo de querer “que se vayan todos”, grito popularizado en 2001 por el pueblo argentino mostrando el hartazgo hacia la clase política, exigiendo el retorno de la ciudadanía y de las buenas causas. No debería haber ya tantas historias de derrota e ignominia como “la dictadura perfecta”. Deberíamos escribir guiones de nuestras pocas victorias, de casos de éxito que tanta falta nos hacen, de recorridos de vida de líderes probos, donde veamos a políticos como “Pepe” Mújica, presidente de Uruguay, transitar con la libertad a los bienes materiales sirviendo en forma sencilla a la gente; tendríamos que estar lejos de que el político sirva con la cuchara grande primero para él y nunca para el prójimo.
Tendríamos que aprender a movilizarnos más como sociedad para exigir en las calles el alto al sistema político decadente donde se pierde la ética de lo común. Deberíamos construir tanta sociedad como sea posible y sólo tantos políticos como sean necesarios.

Otras Entradas

Lo más visto