Pues parece que el ébola ha convivido con la humanidad durante siglos. Según historiadores médicos, su presencia puede remontarse al año 430 antes de Cristo, cuando una plaga en Atenas provocó la muerte de entre 50 mil y 300 mil personas, en plena Guerra del Peloponeso, epidemia que durante cientos de años ha sido uno de los grandes misterios médicos, pero que ahora apunta a identificarlo por su similitud con el ébola.
El llamado “Síndrome de Tucídides”, por ser este historiador el que más describió sus terribles efectos, terminó abruptamente con Pericles y su siglo, y hoy se sabe que pudo ser un brote de fiebre hemorrágica causada por un virus similar al ébola.
Según Tucídides, el mal llegó de Etiopía y se manifestaba por violentos dolores de cabeza y presencia de sangre en la garganta y la lengua. “El cuerpo se ponía de color lívido y rojo y aparecían pústulas y úlceras (...) La inquietud se hacía intolerable y morían al séptimo o noveno día. Si sobrevivían ese tiempo aparecían extenuantes diarreas que terminaban con la vida del enfermo”.
La descripción bien puede asociarse al ébola, aunque algunos estudios recientes de la Universidad de Atenas señalan como causa probable a una epidemia de fiebre tifoidea provocada por una bacteria.
Fuera de estas versiones históricas y remotas, el que se considera el primer caso de ébola en un hombre se dio en 1878 con un sudanés y un congoleño. Sin embargo, unos años antes se registró un caso en Europa que apareció simultáneamente en Alemania y Yugoslavia a raíz de unos monos de la especie conocida como “Mono verde”, aunque no se considera que ambos casos sean exactamente el ébola, pero ambos virus pertenecen a la misma subcategoría de fiebre hemorrágica.
En efecto, en agosto de 1877 llegó a Europa una partida de monos procedentes de Uganda y llevada a laboratorios de Alemania y Yugoslavia. A los pocos días una extraña enfermedad comenzó a afectar al personal encargado de la limpieza de las jaulas, de donde retiraban los desechos de los animales, principalmente en el laboratorio alemán y en forma más extendida en el yugoslavo, 30 personas resultaron afectadas.
Los servicios médicos de occidente se “olvidaron” de este virus que al parecer se quedó “dormido” hasta 1975, cuando un viajero tuvo que ser ingresado en un hospital de Sudáfrica. El viajero murió. El laboratorio Biological Research Establishment, de Inglaterra, que analizó el virus, decidió nombrarlo “ébola”, nombre de un pequeño río que corre por la región de Yamuba, en Zaire, actualmente República del Congo.
La epidemia que causa ahora en el Siglo XXI escribe una nueva página de su historia.



PS: Si todos los que se manifiestan exigiendo la
presentación de los 43 normalistas desaparecidos
se fueran al monte a buscarlos, ya se hubieran
encontrado.