El foro nacional de consulta celebrado ayer en Boca del Río en torno al tema de la pesca y la acuacultura, en el marco de la reforma al campo que realizará el gobierno de Enrique Peña, debe ser tomado en Veracruz como la oportunidad que necesitábamos para ubicar en el centro de la preocupación gubernamental la grave crisis que enfrenta el agro veracruzano, y dar los pasos correctos hacia una cruzada estatal para su rescate.
Que la instancia veracruzana encargada del tema, la Sedarpa, no está haciendo su tarea, es cosa que de tan sabida hasta da pena invocarla en este espacio.
Sin embargo, hay que tener el expediente en la mesa y creer que el gobierno de Javier Duarte dará el manotazo y realizará los cambios necesarios tanto en la cabeza de ese sector como en las políticas financieras, de manera que la estructura gubernamental pueda ser un verdadero facilitador para impulsar la producción y la productividad agropecuaria, y no su verdugo.
Los agricultores y ganaderos jarochos mantienen a Veracruz en los primeros lugares en montos de producción de varios productos agrícolas y ganaderos, pero tal situación la han estado logrando solos; cada vez es menor la intervención tanto del gobierno estatal como del federal para ayudarlos y la mayoría de los productores carecen de financiamiento, apoyo en comercialización, asesoría técnica y promoción.
Los primeros lugares de Veracruz en la producción de café, caña de azúcar, arroz, cítricos, piña y carne bovina, entre otros, se están obteniendo prácticamente sin apoyo gubernamental y, en muchos casos, a pesar de la acción de los gobiernos local y federal.
No hay apoyos, no hay interés, no hay conocimiento, no hay enjundia de la parte pública para un sector fundamental para nuestro desarrollo.
Para colmo, cada vez que los productores primarios están en posibilidad de obtener una mejor ganancia gracias a los efectos de la oferta y la demanda, la Secretaría de Economía abre las fronteras a la importación masiva del producto encarecido, y no sólo baja los precios a niveles justos, sino que prácticamente los sepulta, castigando severamente a los productores nacionales. Eso acaba de ocurrir con el limón.

¿VENDRÁ LA REVANCHA DEL CAMPO?

Da gusto que el gobernador Javier Duarte de Ochoa haya dicho, frente al titular de la Sagarpa, Enrique Martínez y Martínez, que en Veracruz se impulsa el desarrollo sostenible e integral del campo y la pesca, y que haya reconocido en este sector la clave para lograr que México sea una auténtica potencia económica.
Sin embargo, tendremos que ver si las enormes dificultades financieras que enfrenta su gobierno han permitido realmente respaldar ese sector. Lo más seguro es que no haya sido así, pero puede serlo a partir de este momento.
Muchos sectores del campo, como la citricultura, están apoyando fuertemente al PIB estatal mediante la entrada de fuertes cantidades de divisas por la comercialización tanto en el mercado nacional como internacional. Y ya sabemos cuán alicaída está nuestra aportación al PIB nacional.
Por desgracia, en todas las regiones del estado hay desaliento entre los productores rurales. La Sedarpa, que mal dirige Manuel Martínez de Leo, no ha logrado potenciar los pocos recursos que pueden destinarse al campo y se ha estado a un paso de que los recursos enviados por el gobierno federal (este año, por 600 millones de pesos) sean regresados sin tocar baranda.
Para colmo, los caminos y carreteras que unen las zonas agrícolas y ganaderas con los centros urbanos llevan al menos 4 o 5 años sin que sean reparados y, por el contrario, han sufrido un mayor deterioro, lo que encarece la producción y disminuye drásticamente los márgenes de ganancia de los productores primarios.
Bien haría el economista que gobierna la entidad en exigir una mayor eficiencia en las dependencias que tienen que ver con facilitarle el trabajo a quienes producen lo que nos comemos.

ACUACULTURA, ¿LA OPORTUNIDAD FUTURA?

Y en medio de estas reflexiones, suena interesante lo que Veracruz puede ganar con la producción pesquera. No hablo de su captura en el Golfo de México, habida cuenta de que carecemos de una flota pesquera para trabajar en mar profundo, sino de la producción en estanques.
Duarte pintó las oportunidades de la entidad en este sector, además de la vocación pesquera: 745 kilómetros de litoral, 10 cuencas hidrológicas, 48 ríos y casi 117 mil hectáreas de estuarios.
En efecto, podríamos ser una potencia, sobre todo si pensamos que –como él mismo lo dijo– la mitad del pescado que se consume en el mundo proviene de la acuacultura y en 2030 rondará el 65 por ciento. ¿Quién dará impulso a ese sector que incluso campesinos han estado incorporando como parte de sus proyectos productivos?
En el foro de consulta celebrado ayer en el World Trade Center de Boca del Río, Duarte dijo que “nuestra meta tiene que enfocarse a desarrollar una industria agropecuaria y pesquera dinámica y moderna, que sea fuente de bienestar y arraigo”.
Y tiene razón. Las preguntas, sin embargo, son: ¿Quién hará posible que esto suceda, con qué recursos, qué programas serán impulsados, lo hará de inmediato desde el gobierno local o esperará a que el gobierno federal defina esos programas y destine el financiamiento?
“Aquí sabemos los retos que tenemos y también conocemos las grandes oportunidades para hacer despegar, de una vez por todas, la pesca y la acuacultura como un factor imprescindible de justicia social y de bienestar”, expresó el gobernador. Y claro que le asiste la razón. Esperemos que pueda dar cauce a las acciones que lo hagan posible, aunque lo primero que tendría que hacer es buscarse a un mejor secretario de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca.

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