Hace unos días, en una de mis entregas, reconocí el trabajo que viene realizando la LXIII Legislatura local, pero sobre todo por la creación de la Comisión Especial para la Inclusión de Personas con Discapacidad, que tiene como objetivo constituirse en un enlace entre los integrantes de ese sector de alta vulnerabilidad y las instituciones públicas y privadas, a fin de que se propicien mejores condiciones para su desarrollo, así como la promoción, protección y aseguramiento del goce pleno y en condiciones de igualdad de todos sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Pues bien, la Comisión ya realiza sus funciones y ha tenido acercamiento con diversos organismos e instituciones para allegarse recursos y otorgar los apoyos necesarios para estas personas.
El diputado Leandro Rafael García Bringas, presidente de la misma, me comentó que entre las acciones inmediatas a realizar se encuentra la de “formar un solo grupo en todo el estado, para poder hacer concordancia y mantener reuniones continuas con todas las asociaciones civiles y organismos”. Reconoció la respuesta favorable que ha tenido “no sólo de personas con problemas, sino también de asociaciones civiles y clubes que están apoyando a las personas con discapacidad, y están en la mejor disposiciones de conseguir, en este caso, prótesis, que ya lo hacen pero que acudieron al llamado de la Comisión, y eso nos da mucho gusto”.
Al preguntarle de la lanita que los diputados aportarían para contar con un fondo económico, García Bringas fue categórico: “Ya la dimos y se va a aplicar; lo vamos a hacer público, se va a entregar el día 21 de abril, en Veracruz, precisamente para el área de discapacidad. Son como 250 mil pesos aproximadamente, reunidos entre todos los diputados”. Ahí nomás. ¿Quién dice yo y da su aportación?

DE CINISMO Y ANEXAS

Con eso de la conmemoración de los 100 años del natalicio de Octavio Paz, hay que recordar que no sólo escribió excelentes poemas; por ahí anda su narrativa que ojalá la lean o relean.
Por ejemplo, “El ramo azul”, que empieza así: “Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regados, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina. Regresé al centro de la habitación, vacié el agua de la jarra en la palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el torso y las piernas con el trapo empapado, me sequé un poco y, tras de cerciorarme que ningún bicho estaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé. Bajé saltando la escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropecé con el dueño, sujeto tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo entrecerrado. Con voz ronca me preguntó:
-¿Dónde va señor?
-A dar una vuelta. Hace mucho calor.
-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse”.
Ahí nomás una probadita. Por cierto, un chaval me preguntó: “¿En qué lugar se da el día jueves antes que el miércoles? Pos en el diccionario”.
Por lo pronto ahí se ven.