18 de Abril de 2024
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Nuestras madres, mujeres virtuosas
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2018-05-11 - 00:51
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. Proverbios 31:10-11

Salvo muy raras excepciones, nuestras madres siempre tienen la disposición, dictada desde el corazón e iluminadas por el Espíritu Santo, de hacer cualquier sacrificio por sus hijos, además, claro está, de llenarnos de amor y buscar encauzarnos por el buen camino.

Por ello, es una bendición inmensa gozar o, en su caso, haber gozado de ellas.

Las Sagradas Escrituras nos instruyen a respetar a nuestros padres y, desde luego, nos pone ejemplos de muchas madres, que hicieron verdaderos actos heroicos por sus hijos.

En una anterior reflexión, cuando hablamos del tema de las mamás que buscan a sus hijos desaparecidos, tocamos el caso de Rizpa, que viene mencionado en 2 Samuel 20, hago la precisión, por si alguien quiere conocer el contexto del asunto.

Pues bien, para el caso que nos ocupa, quiero decir que los dos hijos que Rizpa concibió con el rey Saúl, Armoni y Mefi-boset, fueron condenados a la horca por los gabaonitas, junto a otros cinco varones, pero la severa sentencia incluía que no fuesen sepultados.

Ante tal circunstancia, la mujer permaneció semanas completas a la zaga de los insepultos, espantando a todo tipo de animal carroñero, con tal de cuidar los cuerpos de sus hijos. El amoroso sacrificio de aquella madre, llegó a oídos del rey David, quien bajo la autorización de Jehová, decidió permitir que aquellos hombres fueran sepultados.

En pocas palabras, podríamos decir que Rizpa obtuvo la misericordia del Señor, lo cual permitió modificar su mandato, con ese suceso que sólo una madre podría realizar.

Otro caso conmovedor en el de Ana, la madre del profeta Samuel, que al no poder concebir, oró con tal devoción a nuestro Padre Celestial, que su petición fue atendida, nos dice, precisamente, 1Samuel 1:11: “E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza”.

Después de cierto tiempo, la piadosa Ana logró la gracia del Creador y tuvo la feliz recompensa de dar a Luz un hijo varón, por lo que recordando lo ofrecido, cuando lo hubo destetado acudió al Templo para presentar a Samuel, y el profeta nos dice, en el mismo libro, pero en los versículos 26-28, lo siguiente: “Y ella dijo: !!Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”.

Sería injusto no acordarnos de María, quien al saber que Jesús era perseguido, peregrinó junto a José para ponerlo a salvo de la crueldad de Herodes, no le importaron las agotadoras caminatas, la escasez de alimentos, las inclemencias del tiempo y otras vicisitudes, su objetivo era cuidar con todas sus fuerzas a El Salvador y así lo hizo. El Todopoderoso tenía claro, en virtud de su Sabiduría Divina, que poner al Mesías en manos de una madre, sería más seguro, que si lo resguardaba el más imponente de los ejércitos.

Demos gracias al Señor por su misericordia al haber creado seres magníficos como las madres. En mi caso particular, tengo muy claro que fue mi madre quien me instruyó en la lectura de las Sagradas Escrituras.

Nuestra condición económica era muy humilde, sin embargo, a pesar de las carencias, siempre fui educado, junto con mis hermanos, para escudriñar la palabra de Dios, eso me ha permitido salir adelante y a pesar de mis defectos, luchar por alcanzar la Vida Eterna.

Gracias madre, tu ejemplo me hizo entender que la única opción, es el camino del Señor.

Para concluir este modesto comentario, que espero sea de utilidad para ustedes, me permito recordar los que nos dice Éxodo 20:12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”.

Me despido como siempre, sugiriéndoles con respeto, que estudien La Biblia. Gracias.




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