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Tres cosas que nos gustarían de Javier Duarte
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2017-07-24 - 20:04
Llevamos unos años de este teatrito con Javier Duarte. Hace unos años, tres a lo mucho, se respiraba un tufo triunfalista de un Gobierno que desgobernaba en lo oscurito. Y Veracruz se volvió, nuevamente, campo de batalla. Aquí y allá salieron en contra de ese desgobierno, se convirtió en un asunto de bandos y poco a poco Javidú se quedó solo.
Ya está en México. Ya lo tienen sentado frente a un juez. Ya aguantamos la vergüenza internacional de la extradición. ¿Qué sigue? Meterlo al bote, incautarle esa lana que licuó, un castigo ejemplar, etc.
Lo cierto es que las autoridades, los fiscales y los jueces, pero sobretodo, el derecho mexicano sabrán responder esa pregunta.
Pero, a nosotros, ¿qué nos gustaría que pasara con Javier Duarte?
—Que se quede en la cárcel de por vida—me comenta un ruletero del volante. Y aunque ni él ni yo estamos seguros de si eso podrá suceder, es una ilusión guajira, una esperanza de poder conceder un castigo ejemplar y crear un precedente para que les tiemble la mano a los que vengan. Si eso sucede, entonces debemos prepararnos para seguir manteniendo a Javier Duarte los años que le queden de vida. Deberemos concederle sus tres comidas, su seguro médico, sus visitas conyugales (que hasta hoy sabemos que podrían ser más de dos), y demás dádivas carceleras que el dinero puede comprar ahí dentro.
—Que regrese lo que se llevó—me espeta un vecino sulfurado—. No me importa que este en la cárcel, al poco rato lo dejan libre, dependiendo de quién esté en el poder.
Su evidente molestia tiene un trasfondo personal: a él no le llegaban las medicinas, ni las becas de sus hijos.
Y aunque suena mejor el “que regrese lo robado”, la realidad la vimos cuando el gobernador Yunes Linares empezó a incautar inmuebles: todos están vacíos, no hay nada, ni un colchón encontraron. Pero y los miles de millones de pesos que se robó... esos millones no se los robaron todos con uñas, sino con dientes. Se gastaron verdaderas fortunas en banalidades, en lujosas y pretenciosas comidas, en viajes a todas las latitudes; se lo gastaron él y sus allegados. Algunos de esos miles de millones ya están gastados, pagados y ejercidos.
La tercera es la más platónica de todas: ¡Qué nunca hubiera existido! Ahí requiere el trabajo de la sociedad, o sea de usted y yo, de él y ella, de ellos y aquellos. Para transformar un sistema que degenera, por medio del poder excesivo, al ser humano que lo alcanza; para cambiar el paradigma de la política y del político.
Javier Duarte robó porque pudo. Porque encontró los vacíos necesarios para poder hacerlo. Su voluntad se impuso a miles de letras legales y cientos de códigos financieros, hacendarios y reglas de operación.
Javier Duarte es el resultado de una coincidencia. Su llegada al poder fue posible tras una serie de puertas abiertas(algunas de ellas ni siquiera él las abrió). Su oportunismo lo colocó en la coyuntura correcta al momento de elegir un candidato. En su ostentación aprovechó al sistema y lo hizo suyo durante casi seis años.
Veracruz es un gigante del PIB. Su valor fiscal es mucho mayor que sus participaciones. Veracruz aguantó y puede aguantar a otro Javier Duarte, porque la riqueza de este estado es más grande que un sexenio.
¿Qué me gustaría que pasara con Javier Duarte? Que no hubiera posibilidad alguna para que llegue otro igual o peor.

@DavoCarrion
www.journalveracruz.com


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